Los bacteriófagos (fagos) son un tipo especial de virus que infectan y destruyen bacterias, siendo inocuos para el resto de los seres vivos.
Se consideran antimicrobianos naturales, lo que los hace idóneos biobactericidas para una agricultura más sostenible, segura y respetuosa con el medio ambiente.
Esta nueva herramienta biotecnológica es una esperanza en la lucha contra numerosas enfermedades bacterianas que causan efectos devastadores en algunos cultivos hortícolas, leñosos, tropicales y extensivos.
Cabe destacar el fuego bacteriano en frutales de pepita, provocado por la bacteria Erwinia amylovora y que afecta especialmente a las plantas pertenecientes a la familia Rosaceae.
Pero existen otras bacterias fitopatógenas que destacan por sus severos daños en las plantas como Xanthomonas spp, Pseudomonas spp, Clavibacter spp y Ralstonia spp.
El funcionamiento de los fagos es semejante al de otros virus, necesitan infectar a una célula anfitriona para reproducirse. Su modo de acción, también llamado bacteriólisis consiste en colonizar la célula bacterial hospedera hasta lograr disolverla.
Según su ciclo de vida, pueden ser lisogénicos o líticos. Los lisogénicos integran su genoma en el de la bacteria y se replican con él sin destruir la célula bacteriana. En cambio, los líticos, tras integrar su genoma en el de la bacteria, dirigen el metabolismo de esta para replicarse, lisándola cuando se liberan.

